16 de enero de 2014

Insectario





Mientras escribo este poema
un zancudo se posa en la pantalla de la computadora
al que acaricio y dejo sólo con tres patas
las otras tres se desprenden de su cuerpo
y caen al vacío
estrellándose terriblemente contra el teclado.

Lo curioso:
que no esperara a que culmine el poema.
Aunque el haberlo hecho
le restaría el protagonismo.

El ser zancudo no lo hace más idiota
que él que escribe poemas de zancudos.


(2003, 2004, por ahí...)

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